Los comerciantes europeos fueron quienes establecieron las bases del mercado internacional de armas entre los siglos XVI y XVII. Las transportaban en buques mercantes que viajaban desde el continente europeo a África, América y, en menor medida, a Asia (Grant, 2012:1). Las armas formaban parte de las mercancías que se intercambiaban como parte del denominado «comercio triangular». Los barcos partían de Gran Bretaña con cargamentos de armas de fuego, telas y cerveza hacia África, desde allí se exportaban esclavos y otros bienes a las Américas, y allí otros productos se enviaban de regreso a Reino Unido. El siguiente mapa ilustra las dinámicas de este comercio desde Gran Bretaña, aunque la mayoría de las naciones europeas que poseían territorios de ultramar seguían modelos de comercio parecidos.
Los desarrollos tecnológicos desempeñaron también un papel importante en el comercio de armas. A finales del siglo XVIII, las herramientas perforadoras de John Wilkinson empezaron a producir armas de fuego de cañón liso más precisas, antes de que fuesen reemplazadas por armas de fuego estriadas en el siglo XIX, de todavía mayor precisión, como por ejemplo los fusiles Whitworth, producidos entre 1854 y 1857 y utilizados posteriormente en la Guerra Civil estadounidense. Como destaca Brose (2014:1), estos desarrollos en la industria armamentística también tuvieron un gran impacto en las relaciones internacionales dentro de Europa de aquella época.
«Las armas que comenzaron a ser producidas a finales de 1800 durante la Revolución Industrial aumentaron las tensiones ya existentes entre las naciones europeas, a medida que los países se esforzaban por superar tecnológicamente a sus enemigos. Esta carrera armamentística se aceleró durante la década inmediatamente anterior a 1914, cuando la Tripe Alianza entre Alemania, Austria-Hungría e Italia se enfrentó a la Triple Entente de Francia, Rusia y Gran Bretaña.»
La demanda de armas de fuego aumentó significativamente con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, y el comercio se dividió principalmente entre los bloques de aliados. A pesar de haber permanecido neutral al comienzo del conflicto, el presidente Woodrow Wilson solicitó al Congreso de los Estados Unidos que declarase la guerra a Alemania en abril de 1917. No obstante, desde hacía tiempo las fábricas estadounidenses habían estado vendiendo armas y municiones a las potencias aliadas, incluso antes de la declaración formal de guerra (Klare, 2018). Los aliados aprovecharon esta situación para reforzar su producción: «las exportaciones militares estadounidenses aumentaron de $40 millones a $1,300 millones en 1916, y a $2,300 millones durante los diecinueve meses finales de la guerra». Esto marcaría los inicios del papel preponderante que las fábricas armamentísticas estadounidenses acabarían desempeñando en el comercio internacional (Klare, 2018:1).
En los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial, las empresas de fabricación de armas eran en su mayoría privadas y, salvo por los controles estándar sobre el comercio, el gobierno de su propio país no solía ejercer control sobre ellas, tampoco controles internacionales. Algunos ejemplos de fábricas de armas de los seis principales actores durante la Primera Guerra Mundial eran los siguientes:
Si bien la cantidad de conflictos a gran escala disminuyó notablemente durante el periodo de entreguerras, varios conflictos regionales siguieron empleando armas de fuego en esos años. En la Guerra Civil española, por ejemplo, se utilizaron armas importadas de un fabricante de armas griego vinculado a la jerarquía alemana, concretamente, a Hermann Göring. La empresa Greek Powder & Cartridge Company (GPCC), bajo la dirección de Prodromos Bodosakis-Athanasiadis, exportó a España las mejores y más modernas armas para el bando franquista, y aquellas más antiguas o menos útiles para el bando republicano (Grant, 2012). Mientras tanto, Göring suministró «19.000 fusiles, 101 ametralladoras y 28 millones de cartuchos de munición» a los republicanos en un acuerdo secreto de la empresa asociada de GPCC en Alemania, y gracias a unos certificados de usuario final falsos facilitados por el gobierno griego, donde se indicaba que las armas iban dirigidas al ejército griego (Grant, 2012:2). Esta transferencia aparentemente legítima encubría un comercio ilícito a gran escala.
Sería fácil suponer que durante la Segunda Guerra Mundial los países directamente implicados en el comercio de armas formaban dos bloques – el bando de los aliados (Reino Unido, Estados Unidos, Francia y sus aliados) y las potencias del eje (Alemania, Italia, Japón y sus aliados). Sin embargo, aunque numerosos países se mantuvieron políticamente neutrales durante la guerra y no desempeñaron un papel activo durante el conflicto (tales como Afganistán, Suecia y Suiza), su neutralidad no siempre era absoluta. Así, hubo casos de fabricantes de armas suizos que vendieron armas a ambas partes del conflicto – cerca de CHF 600 millones a Alemania e Italia, y CHF 300 millones a países del bando aliado (Cowell, 1997).
Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos y la Unión Soviética se convirtieron en los principales exportadores de armas (tabla 3.1). Al ser las principales potencias durante este periodo, ambos exportaban armas a sus respectivos aliados en guerras subsidiarias o proxy, tales como Vietnam y Afganistán. Por otra parte, los principales importadores de armas de aquella época fueron variando entre China, Estados Unidos, la República Federal Alemana, Egipto, Irán, Libia, Irak e India. Todos ellos ocuparon los dos primeros puestos como importadores de armas en diferentes décadas dentro de este periodo. Estos cambios en las importaciones se deben a diversas razones, aunque la mayoría apuntan a la preocupación por su seguridad nacional (por ejemplo, Egipto en la década de 1960), o conflictos (como los casos de Irán e Irak en las décadas de 1970 y 1980).
Es importante señalar que los datos del Instituto Sueco de Investigación para la Paz (SIPRI) presentados en la tabla 3.1 incluyen todas las principales armas convencionales (carros de combate, vehículos acorazados de combate, sistemas de artillería de gran calibre, aviones de combate, helicópteros de combate, buques de guerra, misiles y lanzamisiles), así como armas pequeñas y ligeras. Por tanto, las armas de fuego (armas pequeñas) constituyen solo una proporción de los datos mostrados en la tabla, no en su totalidad. Las actualizaciones sobre el comercio de armas de Small Arms Survey, publicadas en 2016 y 2017, proporcionan datos específicos sobre las importaciones y exportaciones de armas pequeñas, por lo que en la Sección 3 se utilizarán esas cifras.
De acuerdo con numerosos autores, la fabricación de armas de fuego durante el periodo de la Guerra Fría se había convertido en mucho más que un negocio a escala global. Se llegaría a afirmar que «a mediados de la década de 1980, los acuerdos interindustriales estaban reemplazando a los acuerdos intergubernamentales para colaborar en la producción de armas. La transferencia de tecnología, datos técnicos y conocimientos industriales se habían convertido en la nueva forma de intercambio entre los estados y las compañías de defensa, transformando así la producción de armas en un cometido más transnacional» (Kurç y Neuman, 2017:219). Esto significa que, aunque las cifras se detallan por país, una misma arma de fuego podía estar fabricada bajo licencia por diferentes productores en diferentes países, y el mismo tipo de arma de fuego podía ser exportada por diferentes países al mismo destino.
Posiblemente el arma de fuego más extendida en los últimos años sea la AK-47. En 2007 se determinó que «de 500 millones de armas de fuego que se estima existen en el mundo, aproximadamente 100 millones pertenecen a la familia de las Kalashnikov, tres cuartas partes de las cuales son AK-47, por lo que se calcula que aproximadamente hay unos 75 millones de AK-47 en circulación» (Killicoat, 2007:3).
También se puede apreciar en la tabla 3.1 el crecimiento de las exportaciones e importaciones de armas, mostrado en las siguientes gráficas. La gráfica 3.2 ilustra el valor total de las importaciones y exportaciones de los diez principales países importadores y exportadores de cada década. La gráfica 3.3 muestra el porcentaje total de las importaciones y exportaciones registradas que se atribuyen a dichos países durante las décadas señaladas.
La gráfica 3.2 muestra que el valor financiero de las exportaciones correspondientes a los diez principales países exportadores de armas aumentó notablemente durante el periodo de la Guerra Fría. Los beneficios económicos de este comercio se explorarán en la siguiente sección de este Módulo.
La gráfica 3.3, por su parte, muestra claramente que durante la Guerra Fría el comercio de armas estaba claramente dominado por un número reducido de productores y exportadores, mientras que los países importadores estaban mucho más dispersos.