La medición precisa de la delincuencia organizada es difícil debido al carácter inherentemente secreto de las actividades delictivas y a los intentos de las organizaciones delictivas por ocultar sus operaciones con violencia y corrupción, además de otros factores como el hecho de que las víctimas no denuncian estas actividades. Los informes oficiales sobre las actividades de la delincuencia organizada se limitan a los delitos denunciados y, por lo tanto, solo pueden capturar una fracción de las actividades de la delincuencia organizada. Por consiguiente, aún se desconoce la verdadera magnitud de la delincuencia organizada.
Las organizaciones internacionales, como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), han intentado medir la delincuencia organizada examinando los mercados y flujos de productos en vez de centrarse en los delincuentes. Este enfoque es otra manera de evaluar la magnitud de la delincuencia organizada a nivel mundial. De esta manera, la UNODC ha ganado reconocimiento internacional por la medición del tráfico de drogas, la trata de personas, así como otros delitos a nivel mundial.
Se ha utilizado ampliamente la evaluación de riesgos en relación con diferentes tipos de mercados ilícitos para identificar las posibles amenazas que plantea la delincuencia organizada. Basado en un análisis cuidadoso de las amenazas predominantes y los daños causados, el enfoque de evaluación de riesgos permite identificar y entender la delincuencia organizada desde la perspectiva de los grupos involucrados y victimizados, y los mercados de productos a los que apuntan. Luego, esta información se utiliza para desarrollar políticas que impidan que las organizaciones delictivas cometan delitos e incluso evitar que estas se formen.
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