La delincuencia organizada es un concepto amplio que abarca muchas formas y manifestaciones distintas, desde grandes redes orientadas a delitos múltiples hasta pequeños negocios familiares que se dedican a uno o a algunos delitos en específico. Sin embargo, sin importar el negocio central de la delincuencia organizada, las armas de fuego son elementos frecuentes y centrales que están relacionados de manera natural con dichos grupos.
Intentar aprehender este concepto elusivo es difícil. La Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (UNTOC) no define delincuencia organizada, pero se centra en algunos de sus elementos más distintivos:
Asimismo, la Convención requiere, para su aplicabilidad, la existencia de un elemento transnacional en los delitos cometidos por dichos grupos (la transnacionalidad no es parte de la definición de ninguno de los delitos o de los grupos).
Entonces, «grupo delictivo organizado» significa «un grupo estructurado de tres o más personas que exista durante cierto tiempo y que actúe concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la presente Convención con miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material» (artículo 2, subpárrafo a). Al enfocarse en grupos u organizaciones delictivas en vez de en individuos, la Convención resalta el elemento asociativo que a menudo está presente en manifestaciones de delincuencia organizada en cuanto a personas que actúan de forma organizada, así como en materia de delitos cometidos para promover un objetivo más grande que transciende el delito único.
La criminalización de la «participación en un grupo delictivo organizado» (artículo 5) acompaña a este enfoque y apoya al propósito principal de proveer a los sistemas nacionales de justicia penal, herramientas necesarias para enfrentar no solo a los autores intelectuales de un delito único, sino también a los autores intelectuales y a los líderes de los grupos, y vincular incidentes delictivos que de lo contrario no tendrían relación con un objetivo común más amplio.
Para clasificar como grupo delictivo organizado, el grupo debe tener algún tipo de estructura u organización interna y debe tener como objetivo cometer delitos graves:
Por «grupo estructurado» se entenderá un grupo que no se ha formado espontáneamente para la comisión inmediata de un delito y en el que no necesariamente se haya asignado a sus miembros funciones formalmente definidas, ni en el que haya continuidad en la condición de miembro o exista una estructura desarrollada (artículo 2, subpárrafo c).
Por último, la participación en un grupo estructurado se complementa con el elemento internacional de cometer uno o más delitos graves. La Convención no proporciona una lista de delitos tipificados como graves, pero en cambio, brinda una definición general que remite a leyes nacionales:
Por «delito grave» se entiende «la conducta que constituye un delito punible con una privación de libertad máxima de al menos cuatro años o con una pena más grave» (artículo 2, subpárrafo b).
Este último elemento distintivo es de mucha importancia, ya que permitiría excluir de estas definiciones a aquellos grupos delictivos que cometen delitos que no son calificados como graves (por ejemplo pandillas juveniles) o grupos cuyo objetivo no es el beneficio económico o material. Por consiguiente, en teoría, algunos grupos terroristas o insurgentes no serían incluidos en este término si sus objetivos se mantienen estrictamente ideológicos e inmateriales en naturaleza. De manera similar, aquellos grupos involucrados en delitos solo relacionados con las armas de fuego también serían excluidos de la definición de grupo delictivo organizado, si dichos delitos no son considerados por la ley nacional como delitos graves según los términos de la Convención.
Este módulo se enfoca en la relación entre las armas de fuego y su tráfico ilícito y en ejemplos representativos de delincuencia organizada, terrorismo y delincuencia de pandillas. Se puede consultar un análisis más detallado sobre la delincuencia organizada y el terrorismo en la serie de módulos sobre delincuencia organizada y el otro sobre la lucha contra el terrorismo.
Las armas de fuego se encuentran entre los productos más demandados en el mercado negro a nivel mundial. Las armas de fuego tienen alta demanda, sobre todo por grupos delictivos por ser comparativamente baratas, tener amplia disponibilidad, ser extremadamente letales, fáciles de usar, portátiles y ocultables (UNODC, 2015).
Las armas de fuego tienen una función estratégica y esencial en la evolución y actividad de la delincuencia organizada, dado que están relacionadas de manera natural con delitos usualmente cometidos por grupos delictivos organizados, como la extorsión y la extorsión organizada, delitos violentos y homicidios. Sin embargo, los grupos delictivos organizados también las necesitan para ganar poder, mantenerlo y usarlo para obtener riquezas. Al ser ilícitos por naturaleza, estos grupos a menudo están involucrados y conectados con un amplio abanico de redes ilícitas de todo tipo (por ejemplo, drogas, extorsiones, trata de personas, etc.). En este sentido, su demanda de armas es considerable y relativamente constante.
En el Compendio de casos de delincuencia organizada, UNODC (2012, pág. 101) indica que «Las armas de fuego están vinculadas a diversas formas de delincuencia organizada de varias maneras, como herramienta para alcanzar y mantener el poder, como instrumento para la comisión de un delito, y como bien que se trafica».
En general, los grupos delictivos organizados suelen tener preferencia por armas de fuego pequeñas, como armas cortas y pistolas, por su portabilidad y capacidad de ocultación. Sin embargo, como se señala en las notas de Europol (2011, pág. 18), «[S]i bien la mayoría de los grupos delictivos organizados prefieren armas de fuego cortas, hay un incremento del uso de armas de fuego largas, como fusiles de asalto (por ejemplo, AK-47s) y dispositivos explosivos». Este creciente interés por las armas de fuego de alto calibre y por explosivos es un indicador de una forma más agresiva de hacer negocios y de una posible dificultad de estos grupos por obtener mayor poder.
Tradicionalmente, controlar un territorio era esencial para los grupos delictivos organizados, al punto que se realizaban luchas territoriales por un área en particular, ya sea un vecindario o un territorio nacional o internacional específico. Hasta cierto punto, este enfoque se ha desplazado hacia grupos delictivos organizados más pequeños y pandillas callejeras (consulte la Sección 3 de este módulo). El involucramiento de los grupos delictivos organizados más grandes en delitos globales está en aumento, aunque muchos grupos aún mantienen un control estable sobre una región en particular. Por ejemplo, el clan napolitano Casalesi de la Camorra controla actividades delictivas (y, hasta cierto punto, legítimas) en la ciudad Casal di Principe (Squires, 2011).
Poco a poco, con la globalización de la delincuencia, muchos grupos delictivos organizados han cambiado de rumbo al enfocarse más en ganar dinero y participar en múltiples delitos y al estar menos sujetos a un territorio o región en particular. Hay expertos que han resaltado la necesidad de ver a los grupos delictivos organizados de una nueva forma a partir de la suposición de que están enfocados en el mercado y no en el territorio (Hobbs, 1998). Esto se confirma en el análisis de amenazas de Europol (2013, pág. 34) que señala que:
Estos hallazgos no son completamente nuevos y sugieren que centrarse en un territorio o grupo étnico en específico puede no ser más el enfoque predominante de los grupos delictivos organizados.
El uso de armas de fuego para demostrar poder es crucial para los grupos delictivos organizados, aunque no siempre significa usar dichas armas de fuego en conflictos abiertos de delincuencia organizada. En algunas situaciones, como en guerras de cárteles en México, a menudo se usan armas de fuego en conflictos abiertos mientras que en otros, las armas de fuego tienen una función disuasoria. Saber o tener un estimado de las grandes reservas de armas de fuego listas para usar de un grupo delictivo puede prevenir que otros quieran entrar en un conflicto abierto. Inclusive, la disponibilidad de ciertos tipos de armas militares de alta calidad, a diferencia de armas menos poderosas, está relacionado con el «rango» que los grupos delictivos adoptan entre sus propias comunidades delictivas. El resultado es que grupos delictivos de rangos inferiores tomarán medidas para incrementar y mejorar sus reservas para igualar o mejorar las de los grupos más poderosos, lo que resulta en una carrera de armamentos no oficial de la delincuencia organizada.
Cuanto mayor sea la presencia de las armas de fuego en un área determinada, mayor será la prevalencia de delitos relacionados con armas de fuego. Entonces, cuanto mayor sea la cantidad de armas de fuego que usan los grupos delictivos organizados en un área, mayor será la probabilidad de que personas que no pertenecen a grupos delictivos organizados cometan delitos relacionados con armas de fuego. La Small Arms Survey (2014, pág. 1) indica cómo, por ejemplo, en la península balcánica, «la gran prevalencia de armas de fuego y delitos violentos en la región está vinculada con las actividades de la delincuencia organizada». De manera similar, Puerto Rico es un punto estratégico de las rutas del tráfico de drogas entre América del Sur y Estados Unidos (Giaritelli, 2018), y casi ocho de diez homicidios en 2016 se realizaron con un arma de fuego (McCarthy, 2017). Así sea para proteger un territorio específico o una parte del mercado, el uso de armas de fuego por parte de grupos delictivos organizados ha tenido un impacto fuera de la esfera inmediata de la delincuencia organizada, puesto que ahora existe presencia y disponibilidad en un área específica.
Las armas de fuego están relacionadas de manera natural con actos delictivos vinculados con frecuencia al crimen organizado, tales como extorsión, extorsión organizada, delitos violentos y homicidios. Un hecho delictivo que con frecuencia está relacionado con grupos delictivos organizados es el robo a mano armada, ya sea de un lugar inmóvil (por ejemplo, un banco) o de uno móvil (por ejemplo, el traslado de dinero en efectivo). El proyecto de INTERPOL “Project Pink Panthers” se llevó a cabo de 2007 a 2016 y se centró en una extensa red de delincuentes vinculados con robos a mano armada, que tenían como objetivo joyerías lujosas en Europa, Medio Oriente, Asia y Estados Unidos, entre 1999 y 2015 (INTERPOL, 2010).
La posesión de armas de fuego también permite que cometer delitos no relacionados con armas de fuego sea menos riesgoso para los participantes. De hecho, la mayoría de las armas de fuego ilícitas solo son halladas cuando ya se encuentran en posesión de delincuentes y se han utilizado en otros delitos. Datos nacionales sobre la incautación de armas de fuego y su contexto delictivo pueden, a menudo, confirmar este hecho.
Según el Global Study on Firearms (2015) de UNODC, la mayoría de las armas de fuego incautadas se obtuvieron en el contexto de otros delitos, especialmente en delitos violentos, pero también en aquellos relacionados al tráfico de drogas y al delito organizado. Solo una pequeña parte de dichas armas de fuego estaba vinculada con el tráfico ilícito. Datos posteriores de UNODC de 2016 a 2017 contribuyeron con su iniciativa Illicit Arms Monitoring Initiative [Iniciativa para monitorear armas ilícitas], que brinda pruebas más globales en este campo.
En 2017, la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) de los Estados Unidos arrestó a 28 personas en una «operación encubierta nacional de armas y drogas a nivel» (United States Department of Justice, 2017) en la que se incautaron 71 armas de fuego, pero un análisis de los cargos en contra de los detenidos muestra:
El hecho de que los cargos estén relacionados con la posesión ilícita de armas de fuego y no al tráfico no es necesariamente un indicativo del origen doméstico o extranjero de dichas armas, puesto que el fundamento jurídico más inmediato y general para incautar armas de fuego de una persona que no es la dueña legitima es «posesión ilícita». Sin embargo, la presencia de estas armas de fuego en el marco de otros delitos es un gran indicador de que las armas de fuego incautadas tenían fines de protección o intimidación durante la comisión de delitos relacionados con las drogas.
Como se ilustra en el Módulo 1, los datos estadísticos sobre delitos realizados con un arma de fuego, particularmente homicidios y mecanismos usados para realizar estos delitos, pueden proveer indicios adicionales y útiles sobre el uso de armas de fuego por parte de grupos delictivos organizados. Según el 2013 UNODC Global Homicide Study, las armas de fuego destacaban entre las armas más utilizadas en homicidios dolosos, especialmente en regiones con un alto índice de asesinatos y con presencia de delincuencia organizada. En América Latina, por ejemplo, se utilizaron armas de fuego en el 66 % de todos los homicidios registrados en 2012. En la edición de 2019 (no publicada), el UNODC Global Homicide Study revela que la proporción de delitos realizados con armas de fuego ha aumentado en América, donde representan aproximadamente tres cuartas partes de todos los homicidios y es equivalente a, más o menos, un cuarto de todos los homicidios a nivel mundial. En África, segundo lugar en cuanto a homicidios dolosos, aquellos que se realizan con armas de fuego han aumento a alrededor de 40 %, lo que equivale a la séptima parte del total a nivel mundial. La ausencia de datos desagregados en muchos países por homicidios vinculados al delito organizado, pandillas o terrorismo no permite que elaboren conclusiones más detalladas sobre este aspecto a nivel global.
Sin embargo, diversos relacionados con áreas en América sí proporcionan cierta información sobre este problema. El Salvador, Venezuela y Honduras ocuparon los primeros lugares en el gráfico de homicidios en 2015 y 2016, aunque cabe observar que en El Salvador y, en menor medida en Honduras, el índice se redujo un poco luego de que las autoridades tomaran medidas para detener las matanzas (Asmann, 2018). Una de estas medidas fue un intento de negociación con las pandillas principales, los maras, en El Salvador, de manera que cuando las pandillas hicieron una tregua, el índice de muertes se redujo a la mitad de la noche a la mañana (International Crisis Group, 2017).
En esta región del «Triángulo Norte» de Centroamérica, conformado por El Salvador, Honduras y Guatemala, una historia de conflictos civiles y regímenes autoritarios ha impulsado la inestabilidad. La exposición a la región productora de drogas ilegales más grande a nivel mundial en el sur y a los mayores mercados productores de armas en el norte, se ha combinado con un pobre desempeño de la democracia y del estado de derecho, lo que dejó un legado de delitos y violencia de los más grandes del mundo. Leyes débiles o inconsistentes relativas al control de armas facilitan el tráfico de armas de fuego en la región (Salcedo-Albarán and Santos, 2017). La combinación de esta circulación interna de armas de fuego de conflictos previos y el ingreso significativo de armas de fuego desde países vecinos, promueve actividades de delincuencia organizada a través del control y corrupción de altos funcionarios del Estado. En 2017, el exministro de defensa de El Salvador, general Atilio Benitez, fue acusado por realizar actividades delictivas, en particular, el comercio ilícito de armas de fuego (La Prensa Gráfica, 2017), y en abril de 2018, el fiscal general anunció que había suficientes pruebas para presentar cargos por «comercio y posesión ilícitos de armas de fuego» para proceder con el siguiente paso de la acusación.
Además de las armas de fuego que se usan dentro de las organizaciones, los grupos delictivos organizados participan a menudo de manera directa en el tráfico de armas de fuego como actividad lucrativa secundaria. Cuando combinan otras actividades, los grupos delictivos organizados aprovechan sus redes y canales ya establecidos, lo que les permite adquirir y traficar todo tipo de armas de fuego, en todos los niveles, según la demanda de los mercados negros.
Diversas estimaciones sobre el valor del mercado ilícito de armas de fuego oscilan entre 170 millones a 320 millones de dólares estadounidenses (UNODC, 2010) y 1000 millones de dólares estadounidenses (Council on Foreign Relations, 2013). En este contexto, las armas de fuego aún parecen constituir una oportunidad de tráfico atractiva para los grupos delictivos organizados, incluso si a veces solo son una fuente adicional de ganancias.
Europol (2018) indica que como consecuencia de desarmes posconflictos incompletos y mal gestionados, a menudo hay armas disponibles para los civiles en áreas de posconflictos. En algunos casos, la proliferación y disponibilidad de estas armas están tan extendidas que sus precios se encuentran por debajo del costo de fabricación. Por ejemplo, un informe de 1996 indicaba que en Mozambique y Angola, un fusil de asalto se podía comprar por menos de 15 dólares americanos o por una bolsa de maíz. En Uganda, se informó que el precio era el mismo que el de un pollo (International Committee of the Red Cross, 1999: 5).
Estas armas abandonadas son objeto del tráfico ilícito en el extranjero de civiles que acceden fácilmente a estas. En este contexto, los civiles incluyen también a los grupos delictivos organizados, a veces incluso conformados por excombatientes que se reorganizaron en el periodo posconflicto (McMullin, 2004; Moratti and Sabic-El-Rayess, 2009; Human Rights Watch, 2014). En la práctica, «los proveedores [...] son capaces de satisfacer cualquier aumento en la demanda. El hecho de que un fusil de asalto Kalashnikov o lanzacohetes se pueda adquirir por tan solo 300 o 700 euros en algunos lugares de la Unión Europea indica su disponibilidad inmediata para los delincuentes» (Europol, 2011, pág. 18). Puesto que las ganancias constituyen uno de los impulsores reconocidos de los grupos delictivos organizados, la existencia de una fuente de armas de fuego a un precio relativamente bajo, y un mercado geográficamente cercano para armas de fuego a un precio más alto, es una oportunidad única. Para los grupos delictivos organizados, el comprador de armas de fuego tiene poca o ninguna importancia, la clave es el precio que está dispuesto a pagar, como se explicará más adelante en este módulo.
En este sentido, los Balcanes Occidentales conforman un caso pertinente, según informa Europol (2013, pág. 31):
«El tráfico de armas [en Europa] es casi de manera exclusiva una fuente suplementaria, no primaria, de ingresos para la pequeña cantidad de grupos delictivos organizados involucrados en esta área delictiva. La mayoría de los grupos ingresan al negocio del tráfico de armas por medio de otras actividades delictivas, lo que les puede brindar contactos, conocimientos de rutas ya establecidas e infraestructura relacionada al contrabando de armas. Las armas y los grupos delictivos organizados involucrados con el tráfico de armas se originan de forma principal en los Balcanes Occidentales y la ex Unión Soviética. Las pandillas delictivas de motoristas también están involucradas con el tráfico de armas y han comenzado actividades en los Balcanes Occidentales. Los grupos delictivos organizados utilizan rutas ilícitas ya existentes para traficar armas».
Si bien la delincuencia organizada en la región no comenzó con la división de Yugoslavia y la guerra posterior, estos eventos y la sanción económica subsecuente crearon la oportunidad para que prospere (Small Arms Survey, 2014).
La delincuencia organizada no solo es un problema en la península balcánica. Según Prentice y Zverev (2016), el crecimiento y declive del conflicto en Ucrania ha permitido que las armas de fuego terminen en posesión de delincuentes y sean vendidas a compradores fuera de la zona de conflicto. Durante el conflicto, las armas permanecieron en la zona de conflicto hasta el alto al fuego de febrero de 2015. Posteriormente, se extendieron fuera del campo de batalla.
Luego de haber estudiado qué constituye a un grupo delictivo organizado y porqué dichos grupos necesitan y quieren armas, esta sección examina una lista no exhaustiva de los estudios de casos de diferentes regiones para observar cómo los vínculos entre armas de fuego y grupos delictivos organizados se desarrollan en práctica. La información sobre los estudios de caso se recogió a partir de reportajes de noticias de dominio público.
Aunque el índice de homicidios en Sudáfrica ha disminuido de manera estable de 1995 a 2016 (World Bank, 2019), en 2017 aún se encontraba en el puesto 14o de homicidios relacionados a armas de fuego a nivel mundial (World Atlas, 2017). Pese a que solo una parte de estas muertes ocurrieron por actividades de grupos delictivos organizados, este país tiene una historia de delincuencia organizada que se remonta al siglo XIX (World Atlas, 2017).
Las leyes sudafricanas usan el término «sindicato delictivo» en vez de grupo delictivo organizado. Según Shaw (1998, pág. 1), el Servicio de Policía de Sudáfrica (SAPS) estimó que a finales de los años 90, había «una cantidad de sindicatos delictivos muy bien subvencionados y armados que operaban en y desde Sudáfrica [...], casi la mitad de estas operaciones estaban situadas en y alrededor de Johannesburgo».
SaferSpaces (2015) demuestra tres maneras en las que las armas de fuego entran al mercado ilícito en Sudáfrica:
Aunque existen algunos grupos delictivos organizados, la mayor parte de la delincuencia organizada en Sudáfrica toma la forma de lo que Goga (2015, párr. 1) identifica como ad hoc y «redes poco sofisticadas» de delincuentes.
La Cosa Nostra es un grupo delictivo organizado muy conocido, tanto en Sicilia como Estados Unidos. En cuanto a la posesión, uso y transferencia de armas de fuego, ha habido un número de casos resaltantes en Estados Unidos a lo largo de los años. En 2011, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos (2011) anunció 127 detenciones de miembros y asociados de La Cosa Nostra y muchas de las acusaciones estaban relacionadas con asesinatos vinculados con armas de fuego. En 2016, 46 miembros de distintas familias de La Cosa Nostra fueron acusados por delitos de extorsión organizada, en particular, por tráfico ilícito de armas de fuego (United States Department of Justice, 2016). En 2017, hubo 19 detenciones de miembros y asociados de la familia Lucchese, una de las «Cinco familias» de La Cosa Nostra, con acusaciones que incluían, otra vez, homicidios vinculados con armas de fuego y otros delitos relacionados con las armas de fuego (United States Department of Justice, 2017).
En 2013, el fiscal de distrito del distrito central de California emitió un escrito de acusación que detallaba «una alianza entre la pandilla de prisión Mafia Mexicana y el cártel de drogas La Familia Michoacana que buscaba proteger y expandir las actividades de tráfico de droga del cártel por todo el país» (United States Department of Justice, 2013, párr. 1). La acusación no solo vinculaba la mafia Mexicana con un cártel de drogas, sino que también la vinculaba con la «pandilla callejera la Florencia 13» en relación con el tráfico de armas de fuego. Según Calderón (2014, párr. 1), Michoacán es uno de los estados más violentos de México y aunque La Familia ahora se ha convertido en gran parte en Los Caballeros Templarios, el uso de armas de fuego por traficantes de drogas significó 990 homicidios en 2014, «la tasa más alta de homicidios en 15 años».
La gran circulación de armas desde Estados Unidos hacia México está aumentando la violencia que ha acompañado al comercio ilícito de estupefacientes (Al Jazeera, 2018). Según fuentes del Gobierno mexicano, en seis años desde 2011 hasta 2016, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos rastreó más de 74 500 armas de fuego que fueron incautadas a los cárteles y a otros delincuentes de México a Estados Unidos, donde fueron fabricadas o vendidas luego de ser importadas desde otros países (Grillo, 2018).
Se cree que muchas más armas se encuentran en posesión de miembros armados de cárteles que cometen docenas de asesinatos todos los días. Un estudio de 2013 de la Universidad de San Diego y el Instituto Igarapé (McDougal et al., 2013) estimó que entre 2010 y 2012, se compraron aproximadamente 253 000 armas de fuego para traficarlas por la frontera sur. Los vacíos en la norma, así como el vacío legal en la venta de armas en las exhibiciones, hacen que sea imposible conocer el número real.
El impacto de dichas armas de fuego en manos de grupos delictivos organizados, en especial de los cárteles, es claramente visible en el alto índice de homicidios. Según la información de la Secretaría de Gobernación, los homicidios en México aumentaron un 16 % en la primera mitad de 2018 (Associated Press, 2018). Con 15 973 asesinatos en los primeros seis meses del año, el número más alto desde 1997 cuando comenzaron los registros, el país superó su propio récord de violencia.
En Colombia, cinco décadas de conflicto armado interno han resultado en el contrabando de millones de armas de fuego hacia el país por varias fuerzas irregulares y grupos armados. Entre ellos, los grupos de guerrillas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), así como a otras organizaciones delictivas. Durante estos años, se creía que tanto las guerrillas como los grupos paramilitares tenían el control de partes importantes del comercio ilícito de drogas. Una de las modalidades conocidas para adquirir y pagar por armas de fuego era intercambiarlas por drogas como cocaína y heroína (Carillo Galvis, 2017). Incluso se creía que los mismos medios de transporte que se usaban para enviar las armas al territorio colombiano se utilizaban para transportar las drogas y enviarlas como pago a los traficantes de armas (UNODC, 2006).
Por supuesto, no solo grupos delictivos organizados de otros países están involucrados en el tráfico de armas en Estados Unidos. El grupo Hells Angels Motorcycle Club es una de las muchas pandillas delictivas de motoristas que opera en Estados Unidos y en otros lugares. En Estados Unidos, tres miembros y dos asociados de Hells Angels fueron sentenciados en 2013 por «tráfico de drogas, lavado de dinero, tráfico de armas de fuego, uso de armas de fuego vinculado a delitos de violencia y tráfico de drogas, intento de robo a mano armada, incendio intencional y otros delitos» (Federal Bureau of Investigation, 2013, párr. 1).
La mafia japonesa Yakuza no es una sola entidad, sino un término colectivo que aplica a varias organizaciones. Con un aproximado de más de 8000 grupos, solo 20 son lo bastante grandes como para llamar la atención de los medios de comunicación. Según Adelstein (2017), se regula a estos grupos en lugar de prohibirlos, y estos operan de forma abierta como un negocio con oficinas, tarjetas de presentación y emblemas corporativos. La dirección de la sede central de los grupos está registrada en la página web de la Agencia Nacional de Policía.
La fiabilidad y estilo de los revólveres Smith and Wesson hacen que sean el arma preferida de los Yakuza. Sin embargo, debido a que no se fabrican en Japón y por las estrictas leyes japonesas sobre la posesión de armas (consulte también el Módulo 6), es inevitable que las armas de fuego sean contrabandeadas desde Estados Unidos, el Oriente Medio o Asia Sudoriental (Adelstein, 2017).
En 2016, Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), un consorcio de centros de investigación, medios de comunicación y periodistas que operan en Europa Oriental, el Cáucaso, Asia Central y América Central, informó que, con la ayuda de Europol, los carabinieri en Italia detuvieron a dos de los líderes de las familias Ceusi y Cosa Nostra por contrabando de armas (Spaic, 2016). Ambos fueron acusados de importar armas desactivadas desde Eslovaquia, valoradas en 45 000 euros, para luego reactivarlas y venderlas en Malta. Según Europol, los carabinieri italianos no descartan la posibilidad de que estas armas se encuentren en posesión de grupos delictivos u organizaciones terroristas que operan en la región (Spaic, 2016).
Los grupos delictivos organizados involucrados en el comercio ilícito de drogas también están, a menudo, involucrados en actividades de tráfico de armas. Según un informe de La Repubblica del 11 de marzo de 2016 (Chiarelli, 2016, párr. 1), en noviembre de ese año la policía arrestó a 25 personas que traficaban drogas y armas a Italia desde Albania. La dirección antimafia del distrito indicó que las organizaciones tipo mafia «autónomas» activas en Apulia estaban traficando cocaína y grandes cantidades de marihuana, así como armas de fuego desde Albania, y que al menos tres grupos delictivos distintos estaban involucrados. El arsenal de armas incautado incluía varias ametralladoras, fusiles, pistolas, silenciadores y alrededor de 3500 cartuchos de municiones, «cantidad suficiente para armas para todo un ejército», una de las incautaciones más grande en Italia de los últimos años.
En 2017, los carabinieri detuvieron a Giorgi, líder del clan ‘Ndrangheta situado en Calabria, quien estaba prófugo desde 1994 (Anesi, 2017). Fue detenido por tráfico de drogas y armas de fuego. Menos de un mes después, la Deutsche Welle (Goebel, 2018) informó sobre dos intervenciones policiales separadas realizadas el mismo día, en las que se arrestó a más de 116 miembros de ‘Ndrangheta y a 54 miembros de La Cosa Nostra por tráfico de armas y drogas, extorsión y asesinato.
El tráfico ilícito de armas de fuego se ha convertido en una grave amenaza para la seguridad interna en Europa y ha sido identificado como una de las nueve prioridades para el período 2018-2021 para la lucha de la UE contra la delincuencia organizada (EU EMPACT). Europol (2018, párr. 4) indicó que «las armas y los grupos delictivos organizados involucrados en el tráfico de armas se originan de forma principal en los Balcanes Occidentales (las armas se habrían guardado de manera ilícita luego de conflictos recientes en esa área) y la ex Unión Soviética. Europol (2018, párr. 4) no tiene dudas sobre el involucramiento de grupos delictivos organizados en este comercio e indica que «las pandillas delictivas de motoristas también están involucradas con el tráfico de armas y han comenzado actividades en los Balcanes Occidentales».
Esta serie de ejemplos ilustra que el uso de armas de fuego por grupos delictivos organizados es extendido y si bien el tráfico puede ser, como Europol (2013) indica, una fuente adicional de ingresos, el tráfico de armas de fuego es constante. Freeman (2015) sugiere que si bien la cantidad de armas traficadas en un solo cargamento puede ser pequeña en un intento de evitar la detección (el conocido «comercio hormiga»), con el tiempo puede dar como resultado que los grupos delictivos acumulen suministros de armas de fuego.