Este módulo es un recurso para los catedráticos

Clásica: Decisiones placer-dolor

La perspectiva clásica en criminología explica el delito como la decisión voluntaria de hacer una elección criminal. La elección se hace aplicando el principio del placer-dolor: las personas actúan en formas que maximicen su satisfacción y minimicen su dolor. Los clasicistas creen que las personas son hedonistas y buscarán el placer a cada oportunidad y evitarán el dolor. Según los clasicistas, la manera de prevenir el delito es la disuasión, es decir, el riesgo de la detención y la pena (Beccaria, 1764; Roshier, 1989; Valasik, 2014).

Aplicando el clasicismo a la conducta delictiva, el delito se previene cuando el posible dolor que se asocia con el delito (la probabilidad de detención) es mayor, desde el punto de vista del delincuente, que el placer (ganancia) que se obtiene de él. La explicación no logra aclarar por qué el delito persiste incluso en aquellos países en los que los Gobiernos crean nuevas leyes, aumentan las penas y hacen esfuerzos por mejorar la aplicación de la ley.

Un tipo de enfoque clásico se centra en «actividades rutinarias» o «prevención de delitos situacionales». Esta perspectiva se enfoca en «entornos delictivos» (es decir, entornos que promueven la actividad delictiva organizada) en lugar de en las motivaciones de las personas o grupos de personas. Al enfocarse en las circunstancias del delito, esta perspectiva examina la disponibilidad de oportunidades para cometer delitos específicos y tiene la finalidad de reducirlos, por ejemplo, por medio de la renovación urbana y el diseño medioambiental mejorados. Este enfoque se basa en el principio de actividades rutinarias o, en otras palabras, en la suposición de que los niveles de delincuencia organizada se determinan por varios factores facilitadores, como la disponibilidad de objetivos y oportunidades atractivas, un bajo nivel de supervisión y el bajo riesgo de detención. En lugar de enfocarse en causas distantes del delito (p. ej., pobreza, educación pobre, grupos de pares), el foco se traslada hacia formas prácticas de reducir las oportunidades para cometer delitos o de minimizar su daño (Bullock, Clarke y Tilley, 2010; Eckblom, 2003). Este enfoque de prevención de delitos situacionales también se toma en consideración en el Module 13.

Prevención de delitos situacionales de la delincuencia organizada

Existe evidencia de que la prevención de delitos situacionales puede ser útil para reducir algunas actividades de los grupos de delincuencia organizada al limitar las oportunidades delictivas y minimizar el daño (Felson, 2006). La perspectiva de prevención de delitos situacionales se ha utilizado para tratar de explicar la manufactura de metanfetamina, el robo de autos, los mercados de droga al aire libre, la falsificación de productos y otros delitos (Bullock, Clarke y Tilley, 2010; von Lampe, 2011; Zabyelina, 2016). Estos esfuerzos empíricos han mostrado algo de apoyo a la perspectiva situacional en la prevención de la actividad ilícita organizada.

La prevención de delitos situacionales requiere que las técnicas de prevención de delitos se dirijan a cinco áreas:

  1. Aumentar el esfuerzo para los delincuentes (p. ej., dificultar los objetivos, controlar a los facilitadores de delitos);
  2. Aumentar los riesgos (p. ej., vigilancia de delincuentes y víctimas, revisar entradas y salidas);
  3. Reducir las recompensas (p. ej., retirar objetivos, controlar los mercados);
  4. Reducir provocaciones (p. ej., reducir las tentaciones, evitar disputas); y
  5. Eliminar las excusas (p. ej., establecer normas claras, generar conciencia) (Clarke, 2005).

Los métodos exactos necesarios para lograr estas metas dependen del delito en particular y de sus comportamientos preparatorios subyacentes, aunque los esfuerzos empíricos revelan que a veces es difícil aislar los métodos de prevención del delito que tendrán un impacto en la actividad delictiva organizada (Bullock, Clarke y Tilley, 2010).

Otra explicación clásica influyente es la «teoría general sobre el delito» que intenta explicar todos los tipos de delito, incluso la delincuencia organizada. Esta explicación considera que el delito emana de la tendencia humana a «buscar gratificación a corto plazo», en vez de considerar las consecuencias a largo plazo. La gratificación a corto plazo generalmente implica impulsividad, agresión y falta de empatía por otros (Gottfredson y Hirschi, 1990).

Una notable limitación del enfoque clásico de la criminología es la exageración del impacto de las penas en la conducta humana. La disuasión es una influencia débil en la justicia penal porque las probabilidades de detención son generalmente bajas. Además, la causa de la tendencia de algunos a actuar sobre la base de la gratificación a corto plazo deben ser otros factores que se necesitaría investigar más. Hay preguntas que difícilmente se pueden responder cuando se intentan explicar las conductas delictivas mediante el clasicismo. Por ejemplo, ¿por qué tantas personas eligen no involucrase en la delincuencia a pesar del bajo riesgo de detención? Un estudio de varios cientos de delincuentes involucrados en la delincuencia organizada en Europa encontró que «las motivaciones internas son el elemento más difícil de captar, especialmente cuando los delincuentes parecen estar motivados de forma interna (es decir, nadie los convenció de cometer un delito)» (Van Koppen, 2013). Al mismo tiempo, hay otras motivaciones y factores que este enfoque subestima o no considera y que claramente tienen un impacto importante en la decisión de una persona de cometer un delito.

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