La propagación del extremismo violento es un asunto de gran preocupación para la comunidad internacional. Por ejemplo, un estimado de 30,000 combatientes terroristas extranjeros, procedentes de más de 100 Estados, han optado por viajar a diferentes destinos tales como Siria, Iraq, Afganistán, Libia y Yemen para unirse a los grupos terroristas que participan en conflictos en esos países. En algún momento, muchos de los combatientes terroristas extranjeros regresarán a sus países de origen, o viajarán a otras zonas con posible potencial de conflicto, y llevarán consigo los conocimientos tácticos y las opiniones ideológicas que pueden haber adquirido (Asamblea General, informe A/70/674, párr. 3).
La comunidad internacional —en el plano nacional, regional e internacional— lucha por comprender mejor el fenómeno para poder responder con mayor eficacia ante este. Esto plantea temas importantes de paz y seguridad internacional, los cuales son responsabilidad de las Naciones Unidas, incluso dentro de los parámetros de los poderes en el capítulo VII del Consejo de Seguridad al respecto. Por ejemplo, las migraciones masivas de millones de personas que huyen de territorios controlados por grupos extremistas violentos y grupos terroristas ha causado inestabilidad regional (Asamblea General, informe A/70/674, párr. 2). Además, amenaza con socavar otros esfuerzos mundiales prioritarios, tales como el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) (Asamblea General, informe A/70/674, párr. 16). Como observó el Secretario General de las Naciones Unidas en el Plan de Acción para Prevenir el Extremismo Violento (informe A/70/674, párr. 16), examinado con detalle en el presente módulo, en el momento en el que se aprobaron los ODS:
Los estados miembros advirtieron que el extremismo violento amenaza con revertir gran parte de los avances de las últimas décadas. Al aprovechar los problemas de desarrollo, tales como las desigualdades, la pobreza y la mala gobernanza, el extremismo violento exacerba aún más esas injusticias y crea así un círculo vicioso de decadencia que afecta en particular a los grupos marginados.
En coherencia con el enfoque adoptado en otros módulos, el presente módulo se enmarca en la Estrategia Mundial de las Naciones Unidas para la Lucha contra el Terrorismo, específicamente en los objetivos, estrategias e iniciativas del Pilar I y el Pilar IV. Una parte central del debate gira en torno al Plan de Acción E (sic)—tanto los principales factores que impulsan el extremismo violento que se han identificado como las respuestas que se han sugerido para ellos—, ya que éste sirve de base para realizar los objetivos de la Estrategia CT en relación con el extremismo violento. Como constata el Plan de Acción:
Es necesario adoptar un enfoque más amplio que abarque no solo las medidas antiterroristas en curso, esenciales y basadas en la seguridad, sino también medidas preventivas sistemáticas que aborden directamente los factores que impulsan el extremismo violento y que han dado lugar a la aparición de estos grupos nuevos y más agresivos. (Párr. 6).
Además, se consideran los esfuerzos regionales con respecto a la prevención y lucha contra el extremismo violento.
Lo primero que se debe tomar en cuenta es la terminología, especialmente porque el uso incorrecto del lenguaje puede alimentar aún más el extremismo violento o, al menos, obstaculizar los esfuerzos para contrarrestarlo. Como se observará, puede haber una falta de comprensión o muchas controversias en torno al significado de los conceptos clave. Tampoco existe un enfoque coherente o una terminología universalmente acordada a nivel gubernamental, regional o multilateral o dentro de la sociedad civil, incluso en lo que respecta a las herramientas y marcos legales e institucionales desarrollados para los propósitos de la prevención y lucha contra el extremismo violento.
Las subpáginas de esta sección ofrecen un resumen descriptivo de las cuestiones clave que los profesores pueden querer tratar con sus alumnos cuando imparten clases sobre este tema: