La proliferación de las tecnologías digitales conectadas a internet y su adopción alrededor del mundo ha permitido la recolección, almacenamiento, análisis y divulgación de una gran cantidad de datos personales. Los hábitos de búsqueda en internet, el historial de navegación y los datos de ubicación (de las direcciones IP y las aplicaciones y servicios basados en la localización, facturaciones y etiquetas de ubicación en sitios web, plataformas de redes sociales y aplicaciones) de las personas se registran, así como su información personal, debido a la necesidad de rellenar formularios en línea para varios propósitos (p. ej., trabajo, educación, recepción de servicios gubernamentales como beneficios de jubilación, etc.), o de registrarse en aplicaciones, sitios web y otras plataformas en línea y a la disponibilidad de sitios web que consolidan la información de los usuarios. También pueden existir imágenes personales y grabaciones de video y audio en línea o en aplicaciones que hayan sido subidas por usuarios, amigos, familiares, conocidos, compañeros de clase, colegas, empleadores, organizaciones, agencias de Gobierno, medios de comunicación y hasta extraños. A la acumulación de estos datos, entre otros, que crea «conjuntos de datos extremadamente grandes que se pueden analizar para revelar patrones, tendencias y asociaciones, especialmente relacionados con el comportamiento e interacciones humanas», se le conoce como big data (Maras y Wandt, 2018; Maras y Wandt, 2019).
El internet de las cosas (IdC) es un término que se usa para describir una red interconectada e interoperable de dispositivos con conexión a internet que facilitan el monitoreo de objetos, personas, animales y plantas, así como la vasta recolección, almacenamiento, análisis y difusión de datos sobre ellos (Maras, 2015). La IdC se suma a los datos de las personas que se recolectan, almacenan, analizan, comparten y ponen a disposición de alguna otra manera. Los dispositivos de la IdC van desde cosas que se llevan puestas (relojes, accesorios de ropa) y recogen información sobre la actividad física y datos sobre el sueño y la salud (p. ej. pulsímetro), pasando por electrodomésticos, muebles, productos y objetos personales (p. ej. refrigeradoras, hornos, lavadoras, televisores, aspiradoras, camas, balanzas, sistemas de alarmas y seguridad, luz, etc.) que rastrean y recogen información sobre su uso en los hogares, registrando preferencias, hábitos y rutinas, hasta ciudades inteligentes (ciudades intercomunicadas) que rastrean la ubicación, movimiento, rutinas, hábitos y otras actividades de las personas dentro de estas ciudades (Maras y Wandt 2018; Maras y Wandt, 2019). Como estos datos pueden revelar mucho sobre los usuarios, es necesario protegerlos. Esta protección es esencial, no solo para salvaguardar la privacidad de las personas, sino también para minimizar la vulnerabilidad ante los delitos cibernéticos.
En lo que sigue, el presente módulo cubrirá la privacidad como derecho humano, el impacto de los delitos cibernéticos en la privacidad, la relación entre la privacidad y la seguridad, la legislación sobre la protección de datos, las leyes sobre la notificación la filtración de datos y el cumplimiento de la legislación sobre datos privados: